class="contentpane"> La cuenca del Guadiana batió este año su récord de agua embalsada
Miércoles, 20 de Octubre de 2010 15:58
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Máximo histórico. Récord. Dato singular en toda la historia hidrográfica del Guadiana. Se puede decir de muchas maneras a la hora de explicar la cara más amable que dejaron este año las continuas e intensas lluvias que regaron Extremadura desde finales de 2009 y toda la primavera de 2010. El presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, Eduardo Alvarado, confirmó ayer lo que se presuponía. Gracias a ese tiempo lluvioso, la cuenca del río ha llegado a contar con 8.344,33 hectómetros cúbicos (Hm3) en sus embalses, una cantidad jamás alcanzada. Sirva para comprobar la grandiosidad del dato la referencia de que hace justamente un año la cantidad embalsada era de apenas 3.349 Hm3, tras cinco años de sequía.

Toda la cuenca del Guadiana puede llegar a almacenar hasta 9.165,2 Hm3 en sus 29 presas repartidas por las provincias de Ciudad Real, Badajoz y Huelva. Ahora, en el comienzo del nuevo año hidrológico, la cuenca recoge 7.034 Hm3, lo que significa que los embalses están al 76,8% de su capacidad. Un muy buen dato, sobre todo en comparación con el de octubre de 2009.

La situación de contrastes de un año para otro se explica en otros factores. El 2009 fue el quinto año de sequía seguido; las aguas embalsadas eran reducidas; había apenas 12 hectáreas encharcadas en el famoso acuífero 32 e incendio de turbas en las Lagunas de Ruidera y se avanzaba un importante recorte para los riegos agrícola en la campaña 2010 en el Guadiana medio, que en el caso de Extremadura se pensaba iba a ser de un 25% menos de agua.

El pasado año hidrológico fue irregular, con un otoño muy seco; un invierno muy húmedo y con temperaturas suaves pero también variado, llegando a producirse nevadas; una primavera muy prolongada y con precipitaciones abundantes, y un verano muy corto pero muy seco. Ahora, nos encontramos en una situación de normalidad hidrológica, hay un máximo histórico en cuanto a superficie de agua embalsada, existen 1.000 hectáreas encharcadas en Ciudad Real y, como reseñó Alvarado, se aseguran tres o cuatro campañas de riego normal en suelo extremeño.

Desde enero de este año, el cambio meteorológico ha sido tan evidente que las lluvias obligaron a desembalsar a todos los embalses de la cuenca -excepto los de La Serena, el segundo mayor de Europa, y el de Alange, casi imposible de llenar- y a alcanzar el máximo histórico de agua almacenada en la cuenca, más de 8.300 hectómetros cúbicos. Como sucedió a principios de la década, los ciudadanos recuperaron la costumbre de agolparse como curiosidad ante las presas para ver el espectáculo de sus desembalses.

En Extremadura, reseña el responsable de la Confederación del Guadiana, se pasó de los 2.135 hectómetros cúbicos de agua embalsada el pasado diciembre a más de 7.000. Gracias a esa dinámica, los embalses del Guadiana se encuentran en la actualidad al 77 por ciento de su capacidad , frente al 36 por ciento de hace un año.

Alvarado se ha mostrado «absolutamente convencido» de que los regantes no van a derrochar agua dada su abundancia en la actualidad por dos motivos: el sentido común y razones económicas. Respecto al acuífero 23, ha destacado que su situación ha mejorado por las lluvias intensas y actuaciones acometidas en la zona, como la construcción de 25 pozos de recarga a 80 metros de profundidad, que han permitido infiltrar más de 60 hectómetros cúbicos.

Gracias a todo ello, las aguas subterráneas han ascendido 11 metros y el déficit hídrico del acuífero ha pasado de 3.000 hectómetros cúbicos a unos 1.900, mientras que en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel no sólo se extinguieron los incendios soterrados de turbas, sino que este verano presentaba más de mil hectáreas encharcadas. Un alivio ecológico de primer orden.

Las tareas para el nuevo año hidrológico, ha indicado el presidente de la Confederación, son gestionar «lo mejor posible» el gran volumen de agua embalsada, seguir recuperando la del acuífero 23 y gestionar con el máximo rigor, pues «todavía tenemos que seguir sacando color a la fotografía».

Por este motivo, Alvarado sigue apelando a la sensatez no sólo entre los regantes sino de la ciudadanía en general porque insiste en que el agua «es un bien escaso que hay que saber utilizar» y más cuando las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología dicen que será un otoño con pocas precipitaciones.

Fuente: Hispagua

La cuenca del Guadiana batió este año su récord de agua embalsada

Miércoles, 20 de Octubre de 2010 15:58
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Máximo histórico. Récord. Dato singular en toda la historia hidrográfica del Guadiana. Se puede decir de muchas maneras a la hora de explicar la cara más amable que dejaron este año las continuas e intensas lluvias que regaron Extremadura desde finales de 2009 y toda la primavera de 2010. El presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, Eduardo Alvarado, confirmó ayer lo que se presuponía. Gracias a ese tiempo lluvioso, la cuenca del río ha llegado a contar con 8.344,33 hectómetros cúbicos (Hm3) en sus embalses, una cantidad jamás alcanzada. Sirva para comprobar la grandiosidad del dato la referencia de que hace justamente un año la cantidad embalsada era de apenas 3.349 Hm3, tras cinco años de sequía.

Toda la cuenca del Guadiana puede llegar a almacenar hasta 9.165,2 Hm3 en sus 29 presas repartidas por las provincias de Ciudad Real, Badajoz y Huelva. Ahora, en el comienzo del nuevo año hidrológico, la cuenca recoge 7.034 Hm3, lo que significa que los embalses están al 76,8% de su capacidad. Un muy buen dato, sobre todo en comparación con el de octubre de 2009.

La situación de contrastes de un año para otro se explica en otros factores. El 2009 fue el quinto año de sequía seguido; las aguas embalsadas eran reducidas; había apenas 12 hectáreas encharcadas en el famoso acuífero 32 e incendio de turbas en las Lagunas de Ruidera y se avanzaba un importante recorte para los riegos agrícola en la campaña 2010 en el Guadiana medio, que en el caso de Extremadura se pensaba iba a ser de un 25% menos de agua.

El pasado año hidrológico fue irregular, con un otoño muy seco; un invierno muy húmedo y con temperaturas suaves pero también variado, llegando a producirse nevadas; una primavera muy prolongada y con precipitaciones abundantes, y un verano muy corto pero muy seco. Ahora, nos encontramos en una situación de normalidad hidrológica, hay un máximo histórico en cuanto a superficie de agua embalsada, existen 1.000 hectáreas encharcadas en Ciudad Real y, como reseñó Alvarado, se aseguran tres o cuatro campañas de riego normal en suelo extremeño.

Desde enero de este año, el cambio meteorológico ha sido tan evidente que las lluvias obligaron a desembalsar a todos los embalses de la cuenca -excepto los de La Serena, el segundo mayor de Europa, y el de Alange, casi imposible de llenar- y a alcanzar el máximo histórico de agua almacenada en la cuenca, más de 8.300 hectómetros cúbicos. Como sucedió a principios de la década, los ciudadanos recuperaron la costumbre de agolparse como curiosidad ante las presas para ver el espectáculo de sus desembalses.

En Extremadura, reseña el responsable de la Confederación del Guadiana, se pasó de los 2.135 hectómetros cúbicos de agua embalsada el pasado diciembre a más de 7.000. Gracias a esa dinámica, los embalses del Guadiana se encuentran en la actualidad al 77 por ciento de su capacidad , frente al 36 por ciento de hace un año.

Alvarado se ha mostrado «absolutamente convencido» de que los regantes no van a derrochar agua dada su abundancia en la actualidad por dos motivos: el sentido común y razones económicas. Respecto al acuífero 23, ha destacado que su situación ha mejorado por las lluvias intensas y actuaciones acometidas en la zona, como la construcción de 25 pozos de recarga a 80 metros de profundidad, que han permitido infiltrar más de 60 hectómetros cúbicos.

Gracias a todo ello, las aguas subterráneas han ascendido 11 metros y el déficit hídrico del acuífero ha pasado de 3.000 hectómetros cúbicos a unos 1.900, mientras que en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel no sólo se extinguieron los incendios soterrados de turbas, sino que este verano presentaba más de mil hectáreas encharcadas. Un alivio ecológico de primer orden.

Las tareas para el nuevo año hidrológico, ha indicado el presidente de la Confederación, son gestionar «lo mejor posible» el gran volumen de agua embalsada, seguir recuperando la del acuífero 23 y gestionar con el máximo rigor, pues «todavía tenemos que seguir sacando color a la fotografía».

Por este motivo, Alvarado sigue apelando a la sensatez no sólo entre los regantes sino de la ciudadanía en general porque insiste en que el agua «es un bien escaso que hay que saber utilizar» y más cuando las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología dicen que será un otoño con pocas precipitaciones.

Fuente: Hispagua