class="contentpane"> El uso eficiente del agua marcará el futuro
Miércoles, 10 de Junio de 2020 15:16
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El uso eficiente el aguaLos pocos recursos hídricos, junto con la mala calidad del agua y su saneamiento inadecuado, repercuten en la economía y en la sociedad. Agricultura, industrias, energía, suministros públicos, transporte, educación y ocio usan el agua y dependen de ella

El agua limpia es un recurso natural vital no solo para la vida en la Tierra sino también para el bienestar de nuestras sociedades y economía. Pero la gestión que hacemos de este recurso necesario está provocando cambios tan inesperados como dañinos.

La desaparición del hielo en los polos y los glaciares montañosos, el calentamiento los efectos del cambio climático tienen una relación directa con el uso del agua y su gestión poco eficiente. Inundaciones, sequías severas, aguas contaminadas y escasez en algunas zonas del planeta son claros ejemplos y protagonistas de desastres naturales cada vez más habituales. Y los datos son concluyentes: las inundaciones y otras catástrofes relacionadas con el agua representan el 70% de todas las muertes relacionadas con desastres naturales. Para ayudar a mitigar el calentamiento global y sus peligrosas consecuencias, la gestión y el uso eficiente del agua será clave en los próximos años. En 2015, la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, programa para mejorar la vida presente y de futuro que cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Entre ellos, el sexto ODS se dedica íntegramente al agua y tiene como meta garantizar su disponibilidad, su gestión sostenible y su saneamiento para llegar a todos los rincones del mundo.

3 de cada 10 personas carecen de acceso a servicios de agua potable seguros y 6 de cada 10 no tienen acceso a instalaciones de saneamiento gestionadas de forma segura

Es el momento de actuar y aplicar cambios para que el agua libre de impurezas sea accesible para todos, aunque las previsiones apuntan que para el año 2050 se espera que al menos un 25% de la población mundial todavía viva en un país afectado por escasez crónica y reiterada de agua dulce. Los pocos recursos hídricos, junto con la mala calidad del agua y su saneamiento inadecuado, repercuten en la economía y en la sociedad. Agricultura, industrias, energía, suministros públicos, transporte, educación u ocio usan el agua y dependen del agua. La propia naturaleza también depende de ella. Es el elemento clave y su gestión sostenible marcará el futuro, porque además hay suficiente agua dulce en el planeta. Entonces, ¿cómo lograr que tanto la naturaleza como la sociedad tengan acceso a la cantidad de agua potable necesaria? Una gestión sostenible de los recursos hídricos exige políticas amplias y transversales para llegar a todos los principales usuarios, así como las interacciones del agua con otros recursos, incluidos la tierra y la energía. El agua es imprescindible para cultivar los alimentos, se necesita energía para transportarla y tratarla, así como para desalinizarla en áreas con escasez. Estos vínculos conllevan el rediseño de las políticas de energía, transporte y agricultura para conseguir el ansiado y necesario uso eficiente de los recursos hídricos.

La prevención, determinante

El correcto uso del agua puede ayudar a combatir el cambio climático y reducir catástrofes como inundaciones, sequías, escasez y contaminación. El calentamiento global ha provocado un aumento de las temperaturas de mares y océanos, su acidificación y una subida de su nivel que ha provocado la llamada de alerta de los profesionales. En el último informe publicado por el Panel Intergubernamental de Expertos contra el Cambio Climático se advierte que es vital reducir “urgentemente las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar la magnitud de los cambios en los océanos y en los mantos de hielo, incluidos los glaciares, y para preservar los ecosistemas y los medios de subsistencia de aquellos que dependen de esas regiones”.

Las inundaciones y otros desastres relacionados con el agua representan el 70% de todas las muertes relacionadas con desastres naturales

Y es que en las últimas décadas se ha reducido la superficie de criosfera -la parte helada- del planeta, con pérdidas considerables en los glaciares y de las capas de nieve de las montañas. Desde la ONG WWF, el coordinador del programa de agua dulce, Stuart Orr, afirma que “el deshielo de los glaciares de montaña limitará el acceso al agua, así como la producción de alimentos, la generación de energía y las actividades económicas a lo largo de sistemas fluviales enteros, y condenará a la extinción a muchas especies”. Plásticos, del mar a la mesa Una botella de plástico tarda 500 años en descomponerse y, cada año, los mares y océanos son receptores de hasta 12 millones de toneladas de basura, según datos de Greenpeace. Esta organización denuncia que anualmente llegan a mares y océanos el equivalente en basura de 1.200 veces el peso de la Torre Eiffel. El plástico es perjudicial para el ecosistema marino, pero es especialmente preocupante la presencia de microplásticos, fragmentos inferiores a 5mm que pueden proceder de la rotura de trozos grandes o que ya se han fabricado así y que están presentes en productos cotidianos de higiene y limpieza como exfoliantes, pastas de dientes o detergentes. Estos microplásticos llegan al mar desde los desagües de nuestras casas, porque por su tamaño las depuradoras no los detectan, afectan a la fauna marina y llegan de nuevo hasta nosotros a través de la cadena alimentaria. El Parlamento Europeo advierte de que el coste económico estimado de la basura marina está entre los 259 y los 695 millones de euros y afecta especialmente al turismo y el sector pesquero. Además, en términos de emisiones de CO2, reciclar un millón de toneladas de plástico equivaldría a retirar un millón de automóviles de las carreteras. El Pleno del Parlamento Europeo ya aprobó en marzo de 2019 prohibir los plásticos de un solo uso el próximo año.

Fuente: lavanguardia

El uso eficiente del agua marcará el futuro

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El uso eficiente el aguaLos pocos recursos hídricos, junto con la mala calidad del agua y su saneamiento inadecuado, repercuten en la economía y en la sociedad. Agricultura, industrias, energía, suministros públicos, transporte, educación y ocio usan el agua y dependen de ella

El agua limpia es un recurso natural vital no solo para la vida en la Tierra sino también para el bienestar de nuestras sociedades y economía. Pero la gestión que hacemos de este recurso necesario está provocando cambios tan inesperados como dañinos.

La desaparición del hielo en los polos y los glaciares montañosos, el calentamiento los efectos del cambio climático tienen una relación directa con el uso del agua y su gestión poco eficiente. Inundaciones, sequías severas, aguas contaminadas y escasez en algunas zonas del planeta son claros ejemplos y protagonistas de desastres naturales cada vez más habituales. Y los datos son concluyentes: las inundaciones y otras catástrofes relacionadas con el agua representan el 70% de todas las muertes relacionadas con desastres naturales. Para ayudar a mitigar el calentamiento global y sus peligrosas consecuencias, la gestión y el uso eficiente del agua será clave en los próximos años. En 2015, la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, programa para mejorar la vida presente y de futuro que cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Entre ellos, el sexto ODS se dedica íntegramente al agua y tiene como meta garantizar su disponibilidad, su gestión sostenible y su saneamiento para llegar a todos los rincones del mundo.

3 de cada 10 personas carecen de acceso a servicios de agua potable seguros y 6 de cada 10 no tienen acceso a instalaciones de saneamiento gestionadas de forma segura

Es el momento de actuar y aplicar cambios para que el agua libre de impurezas sea accesible para todos, aunque las previsiones apuntan que para el año 2050 se espera que al menos un 25% de la población mundial todavía viva en un país afectado por escasez crónica y reiterada de agua dulce. Los pocos recursos hídricos, junto con la mala calidad del agua y su saneamiento inadecuado, repercuten en la economía y en la sociedad. Agricultura, industrias, energía, suministros públicos, transporte, educación u ocio usan el agua y dependen del agua. La propia naturaleza también depende de ella. Es el elemento clave y su gestión sostenible marcará el futuro, porque además hay suficiente agua dulce en el planeta. Entonces, ¿cómo lograr que tanto la naturaleza como la sociedad tengan acceso a la cantidad de agua potable necesaria? Una gestión sostenible de los recursos hídricos exige políticas amplias y transversales para llegar a todos los principales usuarios, así como las interacciones del agua con otros recursos, incluidos la tierra y la energía. El agua es imprescindible para cultivar los alimentos, se necesita energía para transportarla y tratarla, así como para desalinizarla en áreas con escasez. Estos vínculos conllevan el rediseño de las políticas de energía, transporte y agricultura para conseguir el ansiado y necesario uso eficiente de los recursos hídricos.

La prevención, determinante

El correcto uso del agua puede ayudar a combatir el cambio climático y reducir catástrofes como inundaciones, sequías, escasez y contaminación. El calentamiento global ha provocado un aumento de las temperaturas de mares y océanos, su acidificación y una subida de su nivel que ha provocado la llamada de alerta de los profesionales. En el último informe publicado por el Panel Intergubernamental de Expertos contra el Cambio Climático se advierte que es vital reducir “urgentemente las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar la magnitud de los cambios en los océanos y en los mantos de hielo, incluidos los glaciares, y para preservar los ecosistemas y los medios de subsistencia de aquellos que dependen de esas regiones”.

Las inundaciones y otros desastres relacionados con el agua representan el 70% de todas las muertes relacionadas con desastres naturales

Y es que en las últimas décadas se ha reducido la superficie de criosfera -la parte helada- del planeta, con pérdidas considerables en los glaciares y de las capas de nieve de las montañas. Desde la ONG WWF, el coordinador del programa de agua dulce, Stuart Orr, afirma que “el deshielo de los glaciares de montaña limitará el acceso al agua, así como la producción de alimentos, la generación de energía y las actividades económicas a lo largo de sistemas fluviales enteros, y condenará a la extinción a muchas especies”. Plásticos, del mar a la mesa Una botella de plástico tarda 500 años en descomponerse y, cada año, los mares y océanos son receptores de hasta 12 millones de toneladas de basura, según datos de Greenpeace. Esta organización denuncia que anualmente llegan a mares y océanos el equivalente en basura de 1.200 veces el peso de la Torre Eiffel. El plástico es perjudicial para el ecosistema marino, pero es especialmente preocupante la presencia de microplásticos, fragmentos inferiores a 5mm que pueden proceder de la rotura de trozos grandes o que ya se han fabricado así y que están presentes en productos cotidianos de higiene y limpieza como exfoliantes, pastas de dientes o detergentes. Estos microplásticos llegan al mar desde los desagües de nuestras casas, porque por su tamaño las depuradoras no los detectan, afectan a la fauna marina y llegan de nuevo hasta nosotros a través de la cadena alimentaria. El Parlamento Europeo advierte de que el coste económico estimado de la basura marina está entre los 259 y los 695 millones de euros y afecta especialmente al turismo y el sector pesquero. Además, en términos de emisiones de CO2, reciclar un millón de toneladas de plástico equivaldría a retirar un millón de automóviles de las carreteras. El Pleno del Parlamento Europeo ya aprobó en marzo de 2019 prohibir los plásticos de un solo uso el próximo año.

Fuente: lavanguardia