La cuestión de la transparencia como un tema central tiene su propia historia.
Desde la teoría liberal no había “secretos insondables de la política”, por lo que la antítesis de este secretismo era la publicidad, entendida como la libertad de prensa y de discusión, que era el principio que, para Stuart Mill, bastaba para que la opinión pública se formara y se pronunciara sobre los intereses nacionales.