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Programa Estratégico Institucional para la Seguridad Hídrica

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El concepto “Seguridad Hídrica”, a partir de las conclusiones del II Foro Mundial del Agua celebrado en La Haya, Países Bajos, en 2000, se convierte en el objetivo estratégico para dirigir los esfuerzos internacionales hacia el desarrollo sostenible de los recursos hídricos y su gestión.

Desde entonces, la Seguridad Hídrica se enfoca en grandes desafíos que, para el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), se sintetizan en la siguiente definición: “La capacidad de una sociedad para disponer de agua en cantidad adecuada y calidad aceptable para su supervivencia y la de todos los seres vivientes en los ecosistemas en que habitan, así como para asegurar su desarrollo socioeconómico sostenible, gestionando los riesgos climáticos, meteorológicos y antrópicos relacionados con el agua, en un clima de paz a través de una buena gobernanza”.

Par enfrentar dichos retos, el IMTA se encuentra desde hace algunos años en un proceso de transformación, fortaleciendo y orientando su quehacer de desarrollo e investigación científica y tecnológica. Actualmente, cuenta con un Programa Estratégico Institucional en Seguridad Hídrica (PEISH) que busca contribuir a la solución de los principales problemas del agua en el ámbito nacional, mediante la innovación, desarrollo tecnológico, conocimiento científico y fortalecimiento de capacidades, participación social y comunicación, para incidir en la conservación del medio ambiente, la prevención de riesgos hídricos, el abasto y la productividad del agua.

Para ello, el PEISH tiene una estructura programática jerárquica que consta de cinco subprogramas, veinte líneas estratégicas y 38 líneas de investigación, que orientarán la generación y puesta en marcha de proyectos integrales y multidisciplinarios en los próximos años.

Con la implementación y seguimiento de este programa, el IMTA estará en condiciones de aportar soluciones más favorables para contribuir a que en México cada vez más se mejoren: las disponibilidades del agua en cantidad adecuada y calidad aceptable; la capacidad de prevenir, mitigar y adaptarse a niveles aceptables y manejables de riesgos ante los fenómenos hidrometeorológicos y antrópicos; la cobertura y eficiencia de los sistemas de abastecimiento de agua potable y saneamiento a toda la población; la productividad del agua en sus diferentes usos, a fin de impulsar los desarrollos económicos local y regional, y la capacidad de la sociedad y tomadores de decisiones asociados con los recursos hídricos para asegurar el desarrollo sostenible del país.