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Huella hídrica, indicador del agua que consumimos

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huella_hidricaCada vez con más asiduidad oímos hablar de la “huella hídrica” pero, ¿tenemos claro qué significa y qué implicaciones tiene su cálculo?

El término huella hídrica es bastante reciente: este indicador tiene tan sólo 12 años de vida y se debe a Arjen Y. Hoekstra, un profesor del Instituto para la Educación del Agua de la Unesco, quien lo inventó en 2002, definiéndose como el volumen total de agua dulce usado para producir los bienes y servicios que consume un individuo o una comunidad. Es decir, la huella hídrica es un indicador de uso de agua que tiene en cuenta tanto el uso directo como indirecto por parte de un consumidor o productor y, gracias a él, se puede establecer la situación de consumo o afectación de los recursos hídricos y desarrollar estrategias que permitan su optimización y la reducción de los impactos ambientales asociados.

La elaboración de un producto de consumo implica una utilización de agua mucho mayor a la que nos imaginamos. Lo que comemos en un día, la ropa que usamos, los productos con los que estamos en contacto requieren agua en distinta cantidad para su creación, producción o generación. De hecho, el agua que utilizamos en nuestra vida diaria (aquella que usamos mientras nos lavamos las manos, fregamos los platos o tiramos de la cadena del retrete) representa sólo el 4 % del total que consumimos. El restante 96 %, es el agua que ha sido utilizada en el proceso de elaboración de productos y desarrollo de servicios.

Los siguientes ejemplos nos dan una idea del agua necesaria para la producción de algunos productos:

13.000 litros de agua para producir 1 kg de carne de vacuno;
3.920 litros de agua para producir 1 kg de pollo;
3.000 litros de agua para producir 1 kg de arroz;
2.700 litros de agua para producir 1 camiseta de algodón;
2.000 litros de agua para producir 1 kg de papel;
140 litros de agua para una taza de café.

Para calcular la huella hídrica de un proyecto o una organización se ponderan tres tipos distintos de agua (la azul, la verde y la gris):

-por agua azul se entienden los recursos hídricos dulces que hacen falta para fabricar un producto o prestar un servicio, es el volumen de agua dulce consumida de las aguas superficiales (ríos, lagos y embalses) y subterráneas (acuíferos).

-el agua verde atiende a la evaporación que se experimenta durante los procesos, el volumen de agua evaporada y transpirada desde los recursos globales de agua verde (principalmente agua de lluvia almacenada en el suelo agrícola en forma de humedad durante el periodo de crecimiento de los cultivos)

-el agua gris se refiere al agua que se contamina como resultado de los procesos, este volumen se suele estimar como la cantidad de agua que es necesaria para diluir los contaminantes de forma que se mantengan o superen los niveles de calidad del agua, exigida por la normativa vigente.

Se puede además distinguir entre: huella hídrica directa, es el uso de agua por parte del productor para la producción, fabricación o las actividades de mantenimiento y; huella hídrica indirecta, el uso del agua en la cadena de distribución del productor.

El valor final de la huella hídrica se calcula de diversas maneras dependiendo de la metodología que se emplee: puede ser la suma de los tres tipos de agua (azul, verde o gris), o la suma de la huella hídrica directa más la huella hídrica indirecta. Dependiendo del sector de actividad o individuo o comunidad al que se refiera el cálculo de la huella hídrica se emplean distintas unidades (litros o metros cúbicos, por unidad de producto). La novedad que incluye la huella hídrica respecto a otras metodologías para contabilizar el agua es la medida de la misma a lo largo de la cadena de producción y la introducción del cálculo del agua gris y verde. Pero para unificar todos los cálculos, la Organización Internacional para la Estandarización ha diseñado una norma técnica de aplicación universal, algo necesario. El resultado ha sido la ISO 14.046, aprobada a inicios de junio, que ha contado con la colaboración de expertos españoles los cuales han participado en su elaboración a través de AENOR, la entidad responsable del desarrollo de las normas técnicas en España.

La huella hídrica de un producto se calcula para conocer cuánta agua ha sido empleada en toda su cadena de fabricación. Para calcular la huella hídrica de un producto, se requiere revisar las huellas hídricas parciales de cada eslabón, se debe investigar los procesos productivos concretos de cada eslabón, lo que complica el ejercicio de evaluación de la huella hídrica tanto más cuanto más complejo sea el bien estudiado. En ocasiones, una empresa quiere conocer la huella hídrica exclusiva de sus procesos productivos, pero si emplea materias primas de otras empresas su cálculo corresponderá al proceso y no al producto. Lo más frecuente es que sean las propias empresas las que calculen su huella hídrica, tanto para disminuir su consumo del recurso y aumentar su eficiencia, como para conocer su impacto ambiental, minimizarlo y compensarlo posteriormente con actuaciones concretas.

El interés por la huella hídrica se origina en el reconocimiento de que el impacto humano en los sistemas hídricos pueden estar relacionados, al consumo humano y temas, como la escasez o contaminación del agua, pueden ser mejor entendidos y gestionados considerando la producción y cadenas de distribución en su totalidad. Los problemas hídricos están a menudo íntimamente relacionados con la estructura de la economía mundial ya que muchos países han externalizado su huella hídrica al importar bienes de otros lugares donde requieren un alto contenido de agua para su producción. Este hecho genera una importante presión en los recursos hídricos en las regiones exportadoras, donde a menudo existe una carencia de mecanismos para una buena conservación de los recursos hídricos. Por lo que, no sólo los gobiernos sino también los consumidores, comercios y la sociedad en general pueden jugar un papel importante para alcanzar una mejor gestión de los recursos hídricos.

En conclusión, la huella hídrica está ayudando a crear conciencia sobre el impacto que nuestra forma de vida, los productos que consumimos y las formas de producción tienen sobre los recursos hídricos. Además tiene en cuenta que una parte de nuestra huella hídrica puede no producirse donde vivimos, ni si quiera en nuestro propio país, aportando un punto de vista diferente para entender mejor las interrelaciones entre los países, sus habitantes y formas de vida, y los recursos hídricos del planeta.

 

Fuente: www.iagua.es