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En peligro cultivos mexicanos por condiciones climáticas extremas

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cultivos-en-peligroLos maíces criollos y otras variedades de cultivos mexicanos terminarán perdiéndose ante las condiciones extremas que presenta el cambio climático, de no empezar a adaptarlas a las nuevas condiciones ambientales utilizando ciertas herramientas, entre ellas la biología molecular e ingeniería genética, afirmó Reynaldo Ariel Álvarez Morales, investigador del Cinvestav Unidad Irapuato.

De acuerdo con Álvarez Morales, estamos desaprovechando muchos beneficios al frenar en México el desarrollo de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM), como es el reducir al mínimo el uso de insecticidas, disminuir con ello los daños a la salud y al medio ambiente, producir más y mejor alimento sin impactar el suelo agrícola y readaptar los cultivos a condiciones extremas de clima como la sequía.

El reto no sólo es para nuestro país, sino para el mundo, ya que en pocos años vamos a tener que producir una mayor cantidad de alimentos para una población creciente en el contexto del cambio climático, además de tener que usar el mismo espacio de suelo para producir alimento, materias primas, biocombustibles, fibras y productos farmacéuticos, entre otros, por lo que desafío es enorme y el empleo de esta tecnología nos puede ayudar a resolverlo.

Para el experto en bioseguridad, uno de los principales problemas a los que se enfrenta México es el de la desinformación; la cual ha generado temores infundados sobre los que se basa la percepción pública. Es necesario que la gente entienda que esta tecnología lo que permite es mejorar y avanzar mucho más rápido que por los métodos convencionales.

No se trata de crear un producto artificial en un laboratorio, lo que se hace es mediante métodos de biología molecular y de ingeniería genética tomar las mejores variedades de cultivos y darles mejores características.

Así, en lugar de tener un algodón que requiere hasta 17 aplicaciones de insecticida, lo podemos optimizar con ingeniería genética haciéndolo más resistente a plagas y que sólo necesite dos aplicaciones, con lo que vamos a eliminar estas grandes concentraciones de agroquímicos agresivos al medio ambiente y dañinos para la salud de las personas, como lo ha sido el caso de las poblaciones de niños del Valle del Yaqui, en Sonora, que fueron afectados por este indiscriminado uso de sustancias, de lo cual existen varios artículos científicos al respecto.

De hecho, desde 1986, año en que se liberaron los primeros OGM, a la fecha se han sembrado más de mil 500 millones de hectáreas de estos productos en el mundo, entre soya, algodón, canola, maíz, papa, jitomate, alfalfa, etcétera, sin que se haya reportado un solo caso de enfermedad, alergia o daño al medio ambiente asociado al consumo o siembra de éstos, afirmó el experto en bacteriología molecular.

Tan sólo México importa 10 millones de toneladas al año de maíz transgénico amarillo, que si bien no se consume directamente, sí se emplea en la industria de la avicultura y para alimentar ganado, o para obtener aceites y almidón.

Otro producto es la soya de la cual prácticamente 98 por ciento de la que se utiliza en el mundo es transgénica, y aquí en México su consumo está autorizado, por lo que la gente debería preguntarse dónde están los elementos que apoyan a aquellos que dicen que los OGM hacen daño.

Hasta el momento nadie ha podido establecer un vínculo entre los transgénicos y alguna enfermedad. “Quienes los asocian con una mayor incidencia de cáncer deberían pensar si no es que la tecnología actual permite detectar más casos”, explicó el científico del Cinvestav, quien argumentó que la alimentación no es el único factor en el desarrollo de enfermedades de este tipo.

En conclusión, es momento de que los científicos empiecen a generar productos que resuelvan problemas, dijo Álvarez Morales. Así como nosotros recibimos desde hace años una fruta exótica como el kiwi, podemos impulsar la parte de la economía a través de la exportación para abrir nuevos nichos de mercado, trabajando con cultivos en los que tenemos ventajas competitivas y, por ejemplo, controlar su maduración, pero no con productos químicos, sino empleando ingeniería genética.

 

Fuente: INVESTIGACION y DESARROLLO