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Desalinización de agua con energía solar para comunidades marginadas

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desalinizacion_solarUNAM Dentro de unas casetas plásticas tipo invernadero que captan y concentran energía solar, una investigadora de la UNAM desaliniza agua marina almacenada en un bote de 60 litros y recupera cinco litros de agua potable que caen a unas canaletas; con ello imita un proceso de la naturaleza.

Su método, sencillo y de bajo costo, está pensado para abastecer del líquido a comunidades marginadas que habitan cerca de las costas, donde abunda la radiación solar y el agua marina, pero no la disponibilidad del recurso potable, que se consume intensivamente en las zonas turísticas.

“Para producir agua potable usamos el agua marina y para desalinizarla aprovechamos la energía solar; así se evita el uso de electricidad, que falta en varias comunidades de escasos recursos”, explicó Ana Elisa Silva Martínez, doctora en ingeniería y académica del Departamento de Ingeniería Sanitaria y Ambiental de la Facultad de Ingeniería (FI).

“Hay muchos métodos para desalinizar el agua marina, nosotros elegimos la energía solar porque es renovable. Es menos eficiente que otros y generalmente requiere grandes cantidades de terreno, pero nuestra propuesta es colocar las casetas tipo invernadero en las azoteas de las viviendas para aprovechar el espacio, estar más cerca de la captación de radiación solar y para que el proceso de desalinización lo realice la propia familia para el autoabastecimiento”, detalló.

Imita el ciclo natural

De manera natural, el agua es evaporada por el Sol, se condensa en las nubes y cae como lluvia, que no es salada. “Si uno captura el agua antes de que se ensucie con la tierra es potable. Hacemos el mismo proceso, pero concentrado en una caseta plástica (destiladores solares tipo invernadero) que llevamos a donde se requiera”, dijo.

“Aprovechan la energía del Sol, que llega al recipiente que tiene el agua y la calienta, así como el líquido que se evapora directamente de la superficie del suelo y el de toda el área dentro de la caseta, pues ponemos telas de algodón (como en tendederos) por las que el líquido sube hasta 75 centímetros de altura y se evapora”, indicó.

Dentro de la instalación tipo invernadero, la investigadora tiene diversos medidores para conocer la cantidad de radiación solar que entra a la caseta, la temperatura del agua y del techo, la luminosidad y la humedad relativa.

“En la azotea del edificio donde trabajamos en la Facultad de Ingeniería no hay tanta radiación como en la costa, donde se pueden obtener de cuatro a cinco litros de agua al día, que es lo que necesita un grupo de cinco personas para su consumo. La idea es que el sistema sirva para una familia”, comentó.

Para enriquecer el rendimiento, se han propuesto mejoras que optimizan la utilidad del sistema en la tesis de maestría en ingeniería de la alumna Mónica Guadalupe López Ortega, con lo que ahora es posible desalinizar cinco de los 60 litros con este método.

La segunda etapa del trabajo busca aprovechar la salmuera restante, para no desperdiciar el agua salina ya capturada. “La estudiamos para producir cloro e hidróxido de sodio, que sirven para limpieza y podrían usarse en la misma vivienda”. Actualmente participan alumnos que realizan su servicio social en esta área de investigación.

El líquido que se procesa tiene de 40 a 100 miligramos por litro de sales, es decir, entra en la norma dentro de la categoría de agua potable. Este método podría ser útil en regiones costeras de Nayarit, Baja California, Sonora, Guerrero, Chiapas, Jalisco, Veracruz y la Península de Yucatán.

Otra opción, concluyó Silva, es aplicarlo en comunidades no costeras, pero cercanas a acuíferos salados, como Ciudad Juárez; contaminadas con arsénico, como en la zona de La Laguna, en Coahuila o en Hidalgo, donde hay afectación por metales como cadmio y mercurio.

Fuente: iagua