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Agua y elecciones

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10 de julio de 2009 José Sarukhán
Hace dos días, oía en la radio en medio del usual atasque mañanero de tráfico, declaraciones del encargado de los asuntos del agua en el área metropolitana en el sentido de que “...si no llueve más en la zona del Cutzamala tendremos problemas. No será una cuestión de falta de agua, pero tendremos que incrementar los racionamientos en los fines de semana...”.

Dos fueron los puntos que me impactaron: 1) que seguimos en una tendencia creciente de carencia de agua en el área metropolitana y 2) la incongruencia de una declaración engañosa para la población sobre un serio problema de la ciudad.
En cuanto al primer punto, la insuficiencia creciente de agua, no puedo sino recordar los argumentos presentados por el doctor Marcos Mazari, del Instituto de Ingeniería, UNAM, desde hace décadas, sobre los problemas de abastecimiento de agua en el DF, el crecimiento incontrolado de la población y la consecuente sobreexplotación de los acuíferos con el fatídico resultado del hundimiento de grandes áreas de la ciudad, y del agrietamiento del suelo de extensas zonas, particularmente de los ex lagos de Texcoco y Chalco, lo cual contamina los acuíferos por la infiltración de las aguas de lluvia, frecuentemente con residuos tóxicos, directamente por las grietas del suelo arcilloso. En uno de sus estudios (Mazari et al. 1996, in: Hacia el tercer milenio, El Colegio Nacional) subraya las severidad del hundimiento de la cuenca antigua de los lagos, en especial la de Zumpango, que en esas fechas era de 1.15 metros por año. La sobreexplotación del acuífero no sólo abate el nivel del agua, sino que produce grietas de gran profundidad en el suelo, que pueden llegar al nivel del agua subterránea en un par de décadas más. Las que fueron reportadas en este diario en la zona de Chalco hace unas semanas, son ya señales ominosas de lo que puede ocurrir en el futuro cercano. No sólo estamos abatiendo los acuíferos de manera insustentable, sino que la poca que quede se contaminará con todo tipo de deshechos. ¿Pero se ha hecho algo serio para aminorar el problema basado en esta información, de hace décadas, sólida e incontrovertible? La respuesta es no.
El segundo punto me llevó, con las recientes elecciones, a meditar sobre la manera tan torcida en que un funcionario encargado de un problema tan serio como el del agua para comunicar la realidad de los problemas a la sociedad, lo cual la mantiene en la desinformación y la ignorancia acerca de la magnitud de tales problemas y en la incapacidad para exigir el cumplimiento de su responsabilidad a quienes la tienen. Por otro lado, me resulta alarmante la reacción (o falta de ella) de sectores de la sociedad ante los ofrecimientos irresponsables de acciones populistas —a todas luces inalcanzables— de algunos partidos, a la luz de algunos resultados de las elecciones y por la dimensión del voto ante la forma escandalosa en que se anunció —antes de las votaciones— la manipulación que habría de los resultados de las urnas en otro.
No podremos esperar actitudes más responsables de quienes tienen a su cargo la ejecución de programas de gobierno y han sido designados o electos para ello, si no hay una actitud mucho más exigente de la sociedad a los funcionarios y tampoco, por otro lado, si esas autoridades no cumplen con su deber de informar de manera honesta, transparente y comprensible a la sociedad acerca del estado de las cosas en este país. Nuestros grandes problemas se harán simplemente más grandes y más difíciles de resolver.
jose.sarukhan@hotmail.com
Investigador del Instituto de Ecología de la UNAM

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