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Año internacional del agua: conocimiento e inteligencia

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dmaSe celebra este año, a iniciativa de la ONU, el Año Internacional de la cooperación en la esfera del agua. Me gusta aprovechar esta circunstancia para hacer algunas reflexiones sobre el estado de desarrollo del sector en el ámbito del conocimiento y la innovación.

El del agua es un sector básicamente tradicional por su propia naturaleza. Así, en el regadío, que representa alrededor del 70% del consumo humano de agua en nuestro planeta, se mantienen muchas prácticas y criterios desde tiempos inmemoriales. Además, los especiales usos y características del agua hacen que su planificación y gestión siempre haya estado muy vinculada a la administración pública que, como es sabido, está más orientada a continuar modelos clásicos que a introducir innovaciones disruptivas. Finalmente, desde el punto de vista tecnológico, el sector del agua ha incorporado efectivamente los avances de sus disciplinas clásicas (hidrología, hidráulica, química del agua, etc.) y de las tecnologías digitales. Pero aún no se ha producido la revolución tecnológica que la irrupción y expansión de la economía digital ha provocado en otros sectores. Efectivamente, en estos otros sectores (información, multimedia, e-commerce,…), la economía digital ha acabado en muy poco tiempo con modelos y maneras de hacer que habían sido exitosos durante mucho tiempo, siglos en algunos casos. Y en su sustitución ha implantado paradigmas completamente nuevos, en una versión de la innovación manifiestamente disruptiva.

La gestión del agua tiene por tanto pendiente la revolución tecnológica. Pero cada día que pasa, es un día menos que falta para que llegue. Y cada vez hay más indicios de que esa revolución está al caer. A título de ejemplo, veamos un par de ideas de aplicación a la agricultura:

La tendencia a la conectividad, al networking, al desarrollo de modelos más colaborativos y basados en redes, romperán el esquema clásico de mantener el riego como un problema exclusivamente del agricultor. La terna agua-energía-alimentación podrá ser tratada como un todo en breve. Se podrán incorporar en los modelos de simulación las fuertes interrelaciones existentes entre los tres elementos. Con ello, se podrán analizar con antelación las consecuencias de las diferentes opciones, consiguiendo así tomar mejores decisiones desde el punto de vista local y global, y tanto desde la órbita económica y productiva, como medioambiental y social.

Lo anterior se verá potenciado por el incremento de la capacidad de cálculo y por el efecto de glocalidad que aporta Internet. Además, el advenimiento del Internet industrial, es decir, el que conecta directamente grandes cantidades de sensores y otros dispositivos, permitirá optimizar la gestión de sistemas de gran complejidad, imposibles de manejar con los sistemas actuales. La aportación de las técnicas de Big Data en este contexto serán también fundamentales. En grandes extensiones de cultivo y junto con otras técnicas, permitirán identificar la cantidad de agua que cada planta individual necesita en cada momento en función de sus condiciones ambientales específicas. Pero no sólo eso: permitirán también analizar tendencias y aspiraciones sociales de grandes grupos humanos con detalle, modelando los usos, costumbres y aspiraciones de la persona individual a partir, entre otros, de información de las redes sociales. Con ello, se facilitará el análisis previo del impacto no sólo económico sino también social y medioambiental de las grandes iniciativas de regadío que serán imprescindibles para alimentar a una población significativamente creciente.

Igualmente, en la ciudad veremos también cambios muy significativos. Algunas ideas a título de ejemplo:

Las Smart cities dispondrán de una plataforma transversal que recibirá información y coordinará la actuación de todos los servicios y actividades (agua, energía, tráfico, …) de una ciudad cada vez más densamente monitorizada. Para el buen funcionamiento de esta plataforma, los servicios de distribución de agua y saneamiento se deberán integrar y coordinar mucho más estrechamente y en tiempo real con los otros servicios urbanos. Ello redundará en una mejor gestión de la ciudad como un todo, y en un incremento de su resiliencia frente a imprevistos (que se presentan con impactos cada vez más frecuentes y de mayor magnitud). Y también comportará una gestión del agua más abierta y cooperativa.

Los responsables de la ciudad publicarán gran cantidad de información sobre el funcionamiento de los distintos servicios y actividades urbanos (entre ellos los del ciclo urbano del agua), bajo el criterio de Open Data. Con ello, terceras partes podrán desarrollar nuevas aplicaciones informáticas que extraerán la máxima utilidad posible de esa información, e incluso la comercializarán, entrando virtualmente en competencia directa con los prestadores oficiales de los servicios.

La enorme expansión del uso de smartphones y otros dispositivos personales conectados están ya configurando al ciudadano individual como verdadero protagonista de lo que ocurre en su ciudad. No sólo porque toma parte activa en las redes sociales, comentando y aportando ideas sobre toda actividad urbana, sino también porque se constituye en un verdadero sensor conectado de datos e informaciones de lo que sucede en la ciudad. Con su participación activa facilita que los gestores de los servicios puedan optimizar su operación, incrementando la sostenibilidad y la eficiencia de los procesos urbanos y mejorando al tiempo la calidad de vida.

En un entorno más digitalizado como el descrito, en el contexto del Internet industrial y de los ciudadanos conectados, las maneras de la economía digital se impondrán en el sector del agua como ya lo han hecho en los ámbitos más estrechamente vinculados con la información, el multimedia y el comercio electrónico. Ello dará alas a nuevos emprendedores, con una orientación más industrial. Y generarán nuevos modelos de negocio que sustituirán con certeza a los actualmente vigentes.

Un caso que me parece paradigmático en este sentido es el de los modelos matemáticos de redes de agua. En el sector del agua se han utilizado estos modelos durante décadas, basados en conocimiento hidráulico desarrollado durante más de un siglo. Recientemente, emprendedores han desarrollado modelos con iguales o superiores prestaciones que los basados en ese conocimiento hidráulico, pero ahora basados en técnicas estadísticas puras y duras. Y eso hace que puedan emplearse igualmente para análisis de redes hidráulicas y para muchos otros temas completamente diferentes. Y el caso me parece paradigmático porque el modelo ha sido desarrollado por personas completamente ajenas a la gestión del agua y a la hidráulica. Eso quiere decir, y lo vemos permanentemente en el mundo de la economía digital, que el desencadenante de la obsolescencia, el producto sustitutivo, puede hoy venir de cualquier parte y, con mucha probabilidad, de fuera del sector.

Por tanto, el sector del agua es tradicional por su propia naturaleza y circunstancias, y ha ido acumulando un conocimiento cada vez más amplio bajo criterios de evolución incremental. Pero se enfrenta ahora a cambios fuertemente disruptivos en el entorno general, que hacen rápidamente obsoleto un conocimiento atesorado durante siglos. Por ello, para enfrentar la revolución tecnológica inminente, conviene ampliar el modelo basado en conocimiento incremental con otro que, sin despreciar desde luego ese conocimiento, se acerque más al concepto de inteligencia. Inteligencia para tener una presencia activa en el entorno de la economía digital, tratando de adoptar cuanto antes sus maneras. Inteligencia de red, para analizar y resolver los problemas conjugando los diferentes puntos de vista sectoriales que los impactan. Inteligencia que aporte agilidad para identificar, seleccionar e implantar los nuevos desarrollos que aparecen repentinamente en cualquier parte y dejan obsoletos de inmediato modelos que parecían llamados a perdurar casi indefinidamente.

Es fácil encontrar en la literatura especializada observaciones en esta misma línea. Desde la constatación de quela capacidad de innovación de cientos de miles de emprendedores en todo el mundo es varias veces superior a las posibilidades internas de una empresa aislada (ver New game for Corporate R&D and Venture Capital), hasta ejemplos muy conocidos de startups que fueron capaces de difundir la tecnología desarrollada con financiación de una gran empresa que no supo o no pudo hacerlo (ver MIT: Is the central R&D lab obsolete?), pasando por casos que demuestran claramente que muchas y notables empresas están adaptando sus estrategias de inversión en R+D a la idea de que la innovación puede venir de cualquier parte (ver MIT: Money seeks idea).

La idea central en este contexto es, pues, que en un mundo tan rápidamente cambiante hay que tener la inteligencia necesaria para asociarse al que está desarrollando o va a desarrollar la tecnología disruptiva exitosa. Y también para cambiar de socio en cuanto se vislumbre que otro va a sacar una tecnología más competitiva. En el contexto actual, aparte de algunas notables excepciones que confirman la regla, es imposible competir en innovación con la pléyade de emprendedores que actúan en todo el mundo. Y por tanto, lo más conveniente es contar con mecanismos que permitan asociarse con los mejores en cada momento. Participar como inversor en iniciativas de capital riesgo es un mecanismo claro en este sentido (ver Apalancamiento mercantil en este mismo blog). Pero también hay otros. Es claro que el paradigma de la innovación abierta tiene aquí una gran aplicación. Y especialmente por su componente de roce con culturas ajenas a la del tradicional sector del agua. En esa línea, ya he comentado anteriormente en este blog la conveniencia de ampliar el modelo de participación público-privado (Public-Private Partnership, PPP) al modelo PPPP (People-Public-Private Partnership), es decir, aprovechando la capacidad de Internet para hacer participar a la gente en la definición y desarrollo de proyectos y actividades. Análogamente, ampliar la estructura colaborativa clásica de la I+D en la que participa la Administración, la Universidad y la Empresa a un modelo en que también participen los emprendedores, verdadera piedra angular de la economía digital es también un buen esquema a seguir.

Para concluir: el sector del agua tiene planteados retos de ámbito y gravedad planetarios, que enfrenta en general con criterios y mecanismos muy tradicionales. Por contra, en el mundo actual, la inovación disruptiva se genera a velocidad supersónica, destruyendo completamente modelos tradicionales, y viniendo muchas veces desde fuera del propio sector. Así, conocimiento generado y utilizado con buenos resultados durante siglos, puede resultar completamente obsoleto casi de la noche a la mañana. La buena noticia es que es precisamente esa capacidad de innovación disruptiva del mundo actual la única que puede generar soluciones verdaderamente eficaces para los enormes retos planteados. Es preciso por tanto complementar el avance incremental en elconocimiento con la efectiva potenciación de la inteligencia para aprovechar con éxito el actual contexto de innovación fuertemente disruptiva.

Las empresas líderes en el sector del agua tienen la responsabilidad de avanzar abriendo camino en esa línea. Y desde luego en Agbar/Aqualogy así lo estamos haciendo.

http://opciondigital.wordpress.com/2013/01/29/conocimiento-e-inteligencia/