El agua es, todo mundo lo sabe, un recurso estratégico que los gobiernos de todos los niveles deben cuidar y sobre el cual deben ejercer una celosa rectoría, pues de su adecuada administración y de su cuidado depende la viabilidad de todas las actividades humanas.
Ello implica que las decisiones estratégicas relacionadas con el manejo de las reservas de agua a largo plazo se realicen a partir de análisis puntuales y proyecciones basadas en datos duros.
En otras palabras, cualquier decisión que afecte en el largo plazo el manejo de los recursos hídricos de una ciudad, una región o una entidad, no puede tomarse “sobre las rodillas”, pues eso implica asumir riesgos que ningún gobierno, de ningún nivel, puede tomar a nombre de los ciudadanos.
El comentario viene al caso a propósito de las declaraciones realizadas ayer por el director de la Comisión Estatal de Aguas y Saneamiento, Ricardo Aguirre Gutiérrez, quien no solamente avaló la decisión tomada por el Cabildo de Ramos Arizpe para crear una empresa mixta que administre el sistema de agua potable de dicho municipio, sino que se adelantó a sugerir la creación de un sistema conurbado de distribución del vital líquido.
De acuerdo con el funcionario, no solamente resulta positivo que Ramos Arizpe se asocie con Aguas de Saltillo, sino que debería pensarse en la posibilidad de incorporar también al municipio de Arteaga, pues “las ciudades al momento de conurbarse tienden a los servicios compartidos, por lo que éste podría ser uno de los esquemas a seguir...”.
Aguirre Gutiérrez también se apresuró a señalar que la dependencia a su cargo se encuentra lista para brindar todo el soporte legal y técnico necesario para la concreción del proyecto aprobado por el Cabildo de Ramos Arizpe.
A primera vista, lo dicho por el titular de la CEAS suena lógico y no faltará quien lo considere incluso deseable, pues parece razonable pensar que el establecimiento de un sólo organismo operador para toda la zona conurbada de Saltillo representaría ventajas para todos.
El problema es que para realizar una afirmación como ésta y para poner sobre la mesa una propuesta de ese calibre, lo menos que se esperaría de quien tiene la responsabilidad de formular políticas de largo aliento en esta materia, es que contara con elementos técnicos para sostener su dicho.
Lejos, muy lejos de tal posibilidad, Ricardo Aguirre no tiene empacho en reconocer que no conoce el proyecto aprobado por el cabildo de Ramos Arizpe y que ni siquiera sabe qué esquema se está planteando para el manejo futuro del agua en dicho municipio.
Tales evidencias convocan a la preocupación, pues retratan al citado funcionario como alguien que, lejos de lo esperado en una posición como la suya, realiza propuestas que no están basadas en criterios técnicos sino en simples ocurrencias.
Y si un tema resulta peligroso manejar con base en ocurrencias, es justamente el del agua.
Fuente: vanguardia
