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¿Cuánto deben beber los niños?

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Durante los primeros seis meses de vida del recién nacido la lactancia materna aporta todos los líquidos necesarios; a partir de esa edad, las necesidades diarias de agua del pequeño van aumentando a medida que crece y se desarrolla hasta superar los dos litros diarios al comienzo de la pubertad.

Internacional, 17 may, Agencia Infancia Hoy.- Los niños son más vulnerables a los efectos de la deshidratación que las personas adultas. No saben expresar que están sedientos y además no suelen ser conscientes de que tienen sed si se hallan entretenidos con alguna actividad, según el Observatorio Hidratación y Salud (OHS).

Por ello es importante conseguir que beban regularmente, principalmente agua. ¿Pero cuánto han de beber para mantenerse bien hidratados?

Según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), hasta los seis meses de edad los bebés necesitan beber de 100 a 190 mililitros diarios de agua por kilogramo de peso corporal, a partir de la leche materna.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), la Asociación Española de Pediatría (AEP) y la Academia Americana de Pediatría (AAP) recomiendan la lactancia materna exclusiva y 'a demanda' durante los primeros seis meses de vida del recién venido al mundo.

Durante esa etapa el bebé que es amamantado no necesita tomar agua o zumos, porque obtiene el líquido suficiente con el agua que le aporta la leche de la madre. A partir de los seis meses las necesidades de hidratación infantil aumentan progresivamente.

Si no recibe el suficiente líquido, un bebé o niño corre el riesgo de deshidratarse.

Falta de producción de lágrimas, la piel, boca y lengua resecas, los ojos hundidos, la epidermis grisácea, menos orina en los niños pequeños... El hundimiento de las fontanelas de la cabeza (separaciones que hay entre los huecos del cráneo), cuando se trata de un recién nacido...

Son los síntomas de la deshidratación severa en los niños, la cual puede poner peligro su vida y siempre obliga a buscar atención médica de inmediato, para evitar daños o secuelas irreparables.

Son situaciones extremas, pero no infrecuentes.

Aunque el riesgo de deshidratación aumenta cuando el calor arrecia -época en la que hay que tomar extremar la vigilancia infantil y controlar más la reposición de líquidos- hay que tomar precauciones con los pequeños y medidas para mantenerlos hidratados, a lo largo de todo el año, ya que debido a su intensa actividad física fácilmente pueden transpirar copiosamente.

Los cuidados y el control han de ser aún mayores, si cabe, en el caso de los recién nacidos y los más pequeños, que no pueden expresar su necesidad de beber y corren un riesgo aumentado de deshidratación no sólo durante los días en que las temperaturas son altas, sino cuando se acaloran en cualquier situación.

Para evitar llegar a esos extremos, los mayores deben ayudarlos a refrescarse, a que recuperen los líquidos perdidos y a que estén bien hidratados en todo momento.

Aunque los niños tienen una menor capacidad para transpirar, sus necesidades de hidratación no se diferencian demasiado de las de los adultos. Debido a ello, la temperatura de su cuerpo aumenta con mayor rapidez en comparación con la gente adulta.

Por esta razón, los padres y las personas a cargo del cuidado infantil, deben alentar a los niños activos a que beban con más frecuencia, a que sean capaces de reconocer los síntomas de la deshidratación y a proporcionarles y enseñarles que elijan el tipo de bebidas más adecuadas y no solo refrescos y gaseosas.

Según el Observatorio Hidratación y Salud (OHS), la deshidratación constituye un riesgo para todo el mundo, pero son más susceptibles a sus consecuencias, los niños, porque no siempre piden bebidas ya que tienen poco desarrollado el mecanismo de la sed, y los adolescentes, que al estar creciendo y desarrollar más actividad, gastan más líquido.

"Los niños presentan un sistema inmunológico menos formado y por tanto están más expuestos a sufrir afecciones y enfermedades. Una de las más frecuentes son las diarreas que, en muchas ocasiones, asocian una pérdida de líquidos y un aumento del riesgo de deshidratación", de acuerdo a los expertos del OHS.

Explican que al estar en fase de crecimiento y realizar un mayor gasto físico, al jugar, practicar deportes, estudias, los niños y adolescentes gastan más líquidos que necesitan reponer, y, presentan un mayor riesgo de deshidratación que los adultos, ya que su sentido de la sed aún no se ha desarrollado lo suficiente y al no percibir esta sensación, son reacios a beber.

La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) brinda una orientación sobre los requerimientos de agua en la edad infantil, que incluyen el agua bebida y otros líquidos como zumos, caldos, batidos o infusiones, así como el agua presente en los alimentos.

Se calcula que las bebidas aportan alrededor del 80 por ciento de la ingesta diaria de líquidos, mientras el resto proviene de los alimentos. Estos porcentajes se han calculado con una temperatura ambiental y actividad física moderadas.

Entre los seis meses y año de vida, deben beber de 800 a 1.000 ml. por día, entre 1 y 2 años de edad de 1.100 a 1.200 ml/día, de los 2 a los 3 años de edad, 1.300 ml/día, y de los 4 a los 8 años de edad, 1.600 ml./día.

Entre los nueve y los tres años de edad, las niñas necesitan beber 1.900 mililitros diarios y los varones 2.100 mililitros, y a los 14 años las mujeres han de beber 2 litros diarios y lo varones 2 y medio litros, de acuerdo a los cálculos de la EFSA.

El agua debe ser la bebida preferida para darles a los niños, aunque a menudo no la aprecian por su falta de sabor y color, y en su lugar prefieren beber zumos y refrescos azucarados de los cuales no conviene abusar, porque puede favorecer la aparición de caries y la obesidad en los más pequeños.

Por ello para calmar la sed de los niños y que las puedan tomar sin preocupación en cualquier momento, hay que ofrecerles zumos naturales, los cuales se pueden diluir en agua para darle un sabor diferente según el tipo de fruta elegida. Otra opción para que tomen más líquidos con sabor son las sopas, las cuales pueden servirse frías durante los meses cálidos.

Fuente: Infancia Hoy