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Agua Agua Ciencias naturales El agua más antigua del mundo puede estar en Sudáfrica

El agua más antigua del mundo puede estar en Sudáfrica

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Nuevos datos en una línea de investigación que ya ha recibido mucha atención últimamente, refuerzan la idea de que una masa de agua salada que reposa a gran profundidad en el subsuelo de la Cuenca de Witwatersrand, Sudáfrica, puede haber permanecido aislada allí durante muchos miles de años, quizá millones. Si, como parece, es así, podría tratarse del agua más antigua del mundo.

Uno de los indicios sobre la antigüedad de esa masa de agua deriva del análisis que se ha realizado recientemente sobre el gas neón disuelto en el agua, a tres kilómetros de profundidad.

El inusual perfil del neón en ese lugar es muy distinto de cualquier otro perfil que se haya visto hasta ahora en gases o fluidos de materias derretidas provenientes del subsuelo profundo de la corteza terrestre, tal como señala la profesora Barbara Sherwood Lollar (Universidad de Toronto), experta canadiense del equipo internacional que ha realizado la investigación. Otros rasgos químicos también son bastante inusuales.

Estos y otros indicios han llevado a dichos científicos a la conclusión de que esa masa profunda de agua es el producto del aislamiento y de una extensa interacción química entre el agua y la materia pétrea, a lo largo de un periodo muy largo de tiempo.

Esa "firma" isotópica tan específica del neón fue producida y atrapada dentro de las rocas hace al menos 2.000 millones de años, y aún sigue presente.

El resultado del análisis le añade otro rasgo único a un lugar que, desde su descubrimiento, ya ha sido considerado incomparable a cualquier otro conocido.

Uno de los conjuntos de fisuras que se hunden en las profundidades terrestres contiene los ecosistemas microbianos conocidos que están ubicados a mayor profundidad en nuestro mundo. Estos organismos viven sin necesidad de luz solar. Se nutren de energía química que proviene de las rocas.

Tan singulares comunidades microbianas expanden de manera radical los conceptos de habitabilidad del subsuelo terrestre y, por tanto, de la propia biosfera de la Tierra.

Dado que esos microorganismos tienen cierta similitud genética con organismos que viven en las inmediaciones de fumarolas hidrotermales del fondo del mar, los autores el estudio asumen que ambas poblaciones no tuvieron orígenes separados, sino que descienden de ancestros comunes que colonizaron diversos lugares, incluyendo el subsuelo de la Cuenca de Witwatersrand, en una época remota del pasado.Desde su inesperado descubrimiento en 1977, las fumarolas hidrotermales no han dejado de ganar puntos como escenario en el que pudo originarse la vida de la Tierra.

Aunque gran parte del fondo marino es frío, no es ese el caso alrededor de esas "chimeneas" que transmiten al agua calor procedente del interior del planeta. En las fumarolas hidrotermales el agua es calentada a temperaturas que pueden llegar con facilidad a los 300 grados centígrados, y si no hierve es porque la enorme presión se lo impide. Retiradas a una distancia prudencial, las formas de vida que constituyen los singulares ecosistemas de las fumarolas obtienen energía de la que subsistir.

Las fumarolas hidrotermales expelen agua marina calentada volcánicamente desde las cordilleras submarinas del planeta. Éstas constituyen un vasto sistema de montañas en las zonas centrales de los océanos, donde brota lava y se forma nueva corteza. Las sustancias químicas disueltas en esas fumarolas influyen en la química del océano y sustentan una compleja red de organismos, de un modo semejante a como lo hace la luz solar en la superficie. La mayor parte del océano profundo es como un desierto, pero estas fumarolas son oasis para la vida. Desde 1977, más de 220 fumarolas han sido descubiertas en diversas zonas del mundo. E incluso, como ya informamos en su día en NC&T, un equipo de científicos del Observatorio Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia encontró evidencias de fumarolas hidrotermales en el lecho marino cerca de la Antártida.

La zona del subsuelo rocoso de Sudáfrica donde podría residir el agua más antigua del mundo brinda, al igual que las fumarolas hidrotermales, una estupenda oportunidad de desvelar algunos de los entresijos de la etapa más arcaica de la vida en la Tierra. Es obvio que el largo periodo de tiempo que las colonias microbianas subterráneas de la Cuenca de Witwatersrand han pasado en aislamiento, ha afectado a su evolución de una manera significativa.

La autora principal del reciente estudio es Johanna Lippmann-Pipke del centro HZDR en Leipzig, Alemania. Investigadores de ese país, así como de Sudáfrica, Estados Unidos y Canadá han participado también en el trabajo.

Fuente: NCYT