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Reflexiones bajo el sol de Cancún

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reflexiones_cancun2Hay pocas expectativas de que se alcancen progresos significativos en la Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático de Cancún.

Este es el primer gran encuentro sobre cambio climático que se realiza desde la conferencia de Copenhague en 2009, pero en esta oportunidad el tema no ha acaparado tanto interés como entonces.
Además, en algunos países ha disminuido la confianza del público respecto de los informes científicos.

James Painter, analista de la BBC, estuvo presente en Conpenhague hace un año.
Ahora, desde Cancún, comparte con los lectores de BBC Mundo sus observaciones de lo que ocurre en esta nueva la Cumbre de la ONU.

Los periodistas podemos ser un grupo difícil de complacer. Podrán recordar que, hace un año, a muchos nos tocó aguantar temperaturas bajo cero parados durante varias horas afuera del centro de conferencias en Copenhague.
Algunos se quejan ahora de que tuvieron que esperar en cola durante horas bajo el ardiente sol de Cancún. De los témpanos a los trópicos en doce meses.

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El problema es que muchos hoteles se encuentran a distancias considerables del principal centro de negociaciones (el hotel Moon Palace). Así que, primero, uno debe tomar un autobús hasta el Cancúnmesse para registrarse.
Después tiene que abordar otro autobús hasta el centro de prensa, que queda a unos 20 minutos. Seguido de otro trayecto corto, también en bus, hasta el Moon Palace.

Esto se debe, en parte, a que los anfitriones mexicanos están decididos a mantener cualquier manifestación bien lejos del recinto de negociaciones. No quieren ver una repetición de las protestas que se tornaron desagradables durante las conversaciones de libre mercado en Cancún, en 2003.

Aunque molesto, es apenas un pequeño inconveniente. Personalmente, me encanta el panorama de playas blancas, cielo bañado en sol y mar azul.

Parece que no soy el único. Los brasileños conocen muy bien lo que Cancún tiene que ofrecer.
La delegación oficial de ese país es de casi 600. Casi tres veces más numerosa que la delegación que le sigue en tamaño (Sudáfrica) y cuatro veces la de México.

Entiendo que Brasil es una potencia emergente, pero me pregunto qué están haciendo todos ellos aquí.
Siento más simpatía por los delegados de los países pobres en desarrollo que tienen que tienen que irse con las opciones más baratas del mercado hotelero.

De acuerdo al diario británico Daily Mail, el ministro para el Cambio Climático de ese país, Chris Huhne, se está quedando en un balneario de lujo con jacuzzi privado a US$350 la noche.

Sin embargo, muchos delegados africanos tienen que quedarse en el Cancún de estrato bajo. En consecuencia, dicen, quedan en desventaja durante las negociaciones pues están más cansados por todo el tiempo que gastan viajando hasta el recinto principal.

Lo cierto es que hay un ambiente más relajado aquí en Cancún. Tal vez por que hay menos personas de terno y corbata. El presidente Calderón impuso el estilo luciendo su guayabera mexicana el día inaugural.

Es posible que el traje informal relaje las negociaciones. El gobierno mexicano está impulsando el mensaje "Cancún can" (Cancún puede), mientras los cínicos ya responden "Cancún can't" (Cancún no puede).
A decir verdad, los casi 190 países no van a llegar a un nuevo y amplio acuerdo aquí. No obstante, pueda ser que coincidan en asuntos como el intercambio de tecnología, un fondo "verde" o medidas para frenar la deforestación.