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El impacto de la actividad humana sobre la desertificación

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Montserrat Núñez (bionero.org)

MADRID (España).- El Análisis de Ciclo de Vida (ACV) es una metodología científica que analiza de manera objetiva los impactos ambientales de una actividad o proceso abarcando todo su ciclo, esto es, desde la extracción de las materias primas hasta la gestión de los residuos generados al final de su vida útil.

 Una de las principales debilidades metodológicas actuales es la ausencia de categorías que midan los impactos que las actividades humanas, como el cultivo de tierras o el pastoreo, ejercen sobre el uso del suelo.Foto: madrimasd.org

En ACV, el impacto ambiental del sistema estudiado se expresa en categorías de impacto ambiental (calentamiento global, destrucción de la capa de ozono, acidificación, etc.). En los últimos años se han realizado importantes avances metodológicos en el ACV, por ejemplo, definiendo unas normas estándares de aplicación en las ISO 14040 y 14044.

Pese a la evolución del ACV, una de las principales debilidades metodológicas actuales es la ausencia de categorías que midan los impactos que las actividades humanas, como el cultivo de tierras o el pastoreo, ejercen sobre el uso del suelo.El uso insostenible del suelo puede llevar a su degradación. Si esta degradación se produce en zonas áridas, semi-áridas y sub-húmedas secas[1] , como España, la degradación se denomina desertificación y los efectos pueden ser irreversibles, dando lugar a áreas totalmente improductivas. A pesar de la importancia de la desertificación a nivel mundial, que afecta especialmente a los países áridos en desarrollo, hasta la fecha no se habían desarrollado propuestas encaminadas a incluir este importante impacto ambiental en el ACV. A raíz de esta situación, un grupo de investigadores del IRTA de Cabrils (Barcelona), de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la Universidad Tecnológica Nacional de Mendoza (Argentina) han realizado una propuesta metodológica con el fin de que el ACV cuente con una categoría de impacto ambiental que mida el potencial de desertificación de cualquier actividad humana sobre el territorio. La propuesta ha sido publicada recientemente en una revista científica de ámbito internacional. Para poder calcular el impacto de desertificación que tiene una actividad humana en una región concreta, la metodología precisa información de cuatro importantes indicadores biofísicos de desertificación: aridez, erosión, sobreexplotación de acuíferos y riesgo de incendios. Estos indicadores abarcan los principales factores que causan desertificación.

Una vez medido el impacto de desertificación de la actividad, éste se pone en relación con la calidad del suelo que se está degradando, ya que el efecto puede ser muy distinto dependiendo del estado de degradación del suelo sobre el que se actúa. De este modo, mediante el uso de sistemas de información geográfica (GIS, en sus siglas en inglés), se clasificaron 15 áreas naturales según su riesgo de desertificación. Según los resultados obtenidos, el 38% de la superficie de la Tierra, correspondiente a la superficie de ocho regiones naturales, tienen un clima árido y por tanto pueden sufrir desertificación. En la Figura 1 se muestra un mapa de estas regiones con riesgo de desertificación, que son: desierto tropical o subtropical, estepa tropical o subtropical, Mediterránea, sabana, desierto templado, estepa templada, praderas y zonas marinas, ordenadas de mayor a menor riesgo. El método permite evaluar satisfactoriamente el impacto de desertificación de una actividad humana, comparar el impacto de una misma actividad en lugares distintos o entre actividades distintas que se desarrollen en el mismo lugar. La metodología publicada se está poniendo actualmente en práctica en varios casos de estudio en España y Argentina, cuyos resultados serán publicados una vez finalizada la investigación.

Instituto de Investigación y Tecnologías Agroalimentarias IRTA

Fuente: bionero.org