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Nevados colombianos, en inminente extinción

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UN/DICYT

Como cerros rocosos, casi desnudos ante la merma de sus capas de nieve. Así se ven hoy el Ruiz, el Santa Isabel y el Tolima y los glaciares del Parque Nacional Natural Los Nevados (PNNN).

 Los expertos les auguran, en menos de 50 años, la misma suerte que corrieron el Chiles y el Cumbal (en Pasto), y el Pan de Azúcar y el Puracé (en el Cauca), entre otros nevados colombianos cuyo derretimiento fue inminente durante el siglo XX.


Su progresivo deshielo, similar al de muchos en el planeta, es atribuido por la ciencia al final del periodo interglaciar (determinado por altas temperaturas) que está experimentando desde hace 10.000 años la Tierra, pero también a la “ayudita” que el ser humano le está dando con la emisión de gases a la atmósfera y el mal uso de los recursos hídricos! Su desaparición no solo significará el fin de un fastuoso paisaje de nieve. También se verán afectados cerca de tres millones de habitantes de la zona que se abastecen del agua producida por esta fábrica natural.

Interesados en este fenómeno ambiental con alto impacto en las comunidades de Caldas, Quindío, Risaralda y Tolima, investigadores del Grupo de Trabajo en Ingeniería Hidráulica y Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia en Manizales, desde hace diez años le toman a diario “el pulso” al comportamiento del retroceso glaciar en los nevados del Ruiz y Santa Isabel, al tiempo que comprueban con métodos estadísticos la tendencia al aumento de los caudales, es decir al deshielo que están presentando.

Entre los objetivos del grupo, que hasta hace unos días tuvo como líder al ingeniero experto en el aprovechamiento de recursos hídricos, Fernando Mejía, está determinar las posibles medidas que podrían tomarse para evitar, tanto la extinción total de estas cumbres heladas, como satisfacer la demanda de agua que tendrán las poblaciones. Para ello, de falda a cima, los profesionales instalaron estaciones de monitoreo del clima y el hidroclima en diferentes puntos estratégicos de los nevados, empleando sistemas tecnológicos modernos, económicos y eficaces, desarrollados por ellos mismos a largo de 20 años.

Comenzaron con un PC que ni siquiera tenía disco duro, y hoy sus innovadores instrumentos de medición de variables físicas están asociados a proyectos de gran envergadura como la hidroeléctrica Miel I, a sistemas de alerta temprana y prevención de desastres en diferentes regiones, como el Eje Cafetero, así como a redes de monitoreo hidroclimático y ambiental, como las de los Nevados.

De hecho, son los responsables de que hoy la ciudad de Manizales, la más amenazada en Colombia por catástrofes naturales como terremotos, deslizamientos, erupciones volcánicas e inundaciones, cuente con el mejor sistema de monitoreo hidrometeorológico del país, asociado a prevención de desastres. Se trata de catorce estaciones telemétricas, con transmisión de datos en tiempo real, que le han costado a la ciudad la suma de 250 millones de pesos, cuando la importación de dos de ellas tiene el mismo precio.

El equipo periodístico de Matices. Historias detrás de la investigación acompañó al grupo de expertos en una de sus salidas a los nevados del Ruiz y Santa Isabel, y en una experiencia “bastante helada”, conoció de cerca el reto asumido por los científicos al salir del laboratorio y ascender, a paso lento pero seguro, hasta la cima del imponente volcán y llevando a cuestas pluviómetros, paneles solares, cables, mallas, tubos, trípodes y hasta ladrillos para instalar las estaciones.

En diez años subiendo y bajando el Ruiz y el Santa Isabel ya no se pierden, en semejante monte, como al comienzo. Aprendieron a resistir temperaturas extremas que alcanzan los -5°C, a respirar ante la falta de oxígeno que provoca incontrolables mareos y dolores de cabeza, y a “agarrarse” frente a una ventisca. Incluso han vivido experiencias tristes como la muerte de uno de sus compañeros debido a una falla cardiaca durante una expedición.

Los 20 años que llevan desarrollando tecnología y aplicándola en distintas zo¬¬¬nas del país están marcados por anécdotas como el secuestro por parte de la guerrilla de una de las redes de monitoreo en Pijao (Quindío) y por su interés en medir fluidos distintos a los hídricos, como la orina. Se inventaron una silla de uroflujometría cuyo proceso acelerado de prueba implicó incidentalmente “prender” a punta de cerveza a varios estudiantes de Medicina para lograr la evacuación requerida durante el análisis.

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