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Preocupación en unas islas colombianas por el hallazgo de un pez depredador y venenoso

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Bogotá, 11 feb (EFE).- El hallazgo de un pez león por parte de un pescador cerca de las islas colombianas del Rosario, en el Caribe, ha suscitado la alerta por las graves consecuencias que podría tener la llegada de esta especie sobre los corales de la zona, los más importantes de este país.


Según explicó hoy a Efe el director científico del Oceanario de Cartagena, Jaime Rojas, el equilibrio natural en los arrecifes podría verse amenazado si se produce una plaga de esta especie, originaria del Océano Índico, que ya se encuentra muy extendida en la bahía de Santa Marta.


Sus largas aletas de colores brillantes, que lo asemejan a un pavo real, hacen que el pez león resulte muy llamativo y aparentemente inofensivo, pese a tratarse de un depredador para las especies locales y venenoso para el ser humano, si bien no resulta mortal y nunca ataca, ya que sus espinas son un sistema de defensa.


Un pescador local de la Isla de Barú, Álvaro Gómez, halló el ejemplar en las inmediaciones y, sorprendido por su "extrañeza", lo entregó al Centro de Investigaciones del Oceanario, donde fue aislado, señaló Rojas.


Su expansión por el Caribe probablemente se debió, a su juicio, a la destrucción de un acuario artificial en las costas de Florida (Estados Unidos) a causa del huracán Andrew, en 1992, aunque tampoco se descarta que algunos ejemplares hubieran sido liberados en algunos acuarios, sin saber el daño ecológico que podía causar.


Ésta es precisamente la mayor preocupación respecto a los corales de las Islas del Rosario, ya que la llegada de un carnívoro como el pez león podría romper el "balance natural" de los arrecifes.


"Por su alta voracidad -detalló Rojas- se alimenta de innumerables peces pequeños, que son muy importantes para el equilibrio", por lo que la extinción de estas especies locales podría descontrolar la expansión de las algas marinas, poniendo en grave peligro la supervivencia de los corales.


Solo los depredadores más grandes podrían contrarrestar la llegada del pez león, pero "como hay pocos (en la zona), puede ir proliferando sin un control natural".


Por otro lado, pese a que el veneno de sus espinas resulta nocivo para el ser humano, Rojas advirtió de que no debe extenderse la alarma entre la población y los turistas, ya que nunca ataca.


Su veneno, en todo caso, explicó el científico, "es comparable al de una abeja", provocando dolor intenso e hinchazón, sin suponer un grave peligro.


"Además, es termohábil, lo que significa que de producirse una picadura, si sencillamente se aplica agua caliente sobre la zona, el veneno pierde efecto", añadió Rojas, que lamentó que la "falta de información" sobre el pez león puede hacer cundir el temor entre los bañistas.


El director científico del Oceanario consideró que, tomando el ejemplo de otros países caribeños, existen altas probabilidades de que la población de peces león vaya "en aumento" en la costa colombiana, aunque aún debe analizarse cuál es su implantación actual.


A falta de una decisión del Ministerio de Ambiente sobre cómo actuar respecto a esta especie, Rojas opinó que la pesca de estos peces podría ayudar a evitar su expansión, aunque siempre por parte de biólogos o expertos, ya que los bañistas o pescadores podrían resultar heridos al manipular los ejemplares.


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