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Indígenas de Oaxaca reordenan ejidos para aprovechamiento sustentable

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NOTIMEX Lunes 28 de Dic., 2009
Miles de hectáreas han sido definidas por las comunidades indígenas de Oaxaca bajo un esquema de ordenamiento territorial comunitario, que ha permitido proyectos exitosos de aprovechamiento sustentable. Bajo el ejercicio estricto de una democracia participativa directa que caracteriza a los pueblos que ejercen el llamado sistema de Usos y Costumbres, al menos un centenar de comunidades indígenas han basado este tipo de esquemas en la fortaleza de su capital social.                                                                      

La confianza mutua, el asambleísmo para toma de decisiones, trabajo en conjunto –denominado tequio–, así como la ayuda recíproca entre sus habitantes, son factores determinantes que han permitido el cultivo de los bosques, construcción de una red de envasadoras de agua de manantial y creación de una marca de muebles, entre otras empresas.

Localizada a 65 kilómetros de esta capital y con sus 19 mil 500 hectáreas de bosques enclavadas en la Sierra Norte, Ixtlán de Juárez es uno de los ejemplos más antiguos en el aprovechamiento de sus bosques de manera sustentable.
La conservación y aprovechamiento de sus bosques, mediante un esquema de planeación del uso de su patrimonio, han rendido tantos frutos que hoy Ixtlán se constituye como uno de los pocos municipios cuya madera cuenta con el sello Smartwood que otorga la Rainforest Alliance, distinción que ostenta desde 2001.
“Para muchas comunidades, el cultivo de sus bosques viene de su intención de asegurar que el recurso perdure a través del tiempo y como la única herencia que le pueden dejar a sus hijos.
“Por ello es una de las principales tareas que aprenden y consolidan como el caso de Ixtlán, lo que ayudó a marcar la pauta para que muchas otras comunidades siguieran este ejemplo”, explicó Ricardo Ramírez, coordinador estatal del Programa de Desarrollo Comunitario de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).
Detalló que varias comunidades encabezadas por Ixtlán se dieron a la tarea de consolidar este proceso de desarrollo, que hoy cuenta no sólo con una amplia zona de cultivo de sus bosques, sino también con un aserradero que funciona con tecnología de punta y una fábrica de muebles cuya principal mano de obra es la femenina.
A base de “ensayo y error”, Ixtlán logró perfeccionar su propia cadena productiva que además presume su propia marca de muebles, bajo el cobijo de una alianza entre este primer municipio, Textitlán y los Pueblos Mancomunados –una asociación de ocho comunidades también de la Sierra Norte–.
Lo anterior, sin contar con el desarrollo de proyectos de ecoturismo y el pago de servicios ambientales otorgados por la Conafor, por el cuidado de sus bosques para la captación de agua.
Producto del trabajo conjunto y con el objetivo de acrecentar sus oportunidades de mercado, la unión de comunidades ha derivado en fructíferas alianzas para el desarrollo de marcas de muebles, así como de redes de envasadoras de agua de manantial y ecoturísticas.
Ejemplo de ello son proyectos desarrollados por medio de la Unión de Comunidades productoras Forestales y Agropecuarias Zapoteca-Chinanteca (Uzachi), constituida por tres comunidades zapotecas y una chinanteca, todas en la Sierra Norte.


Aunque con algunas bajas a lo largo de sus 28 años de historia, la trayectoria de Uzachi en las comunidades comprende el cultivo de sus bosques, un aserradero comunitario, la instalación de viveros para la conservación de sus bosques, el ecoturismo, la producción de resina de pino, y un proyecto para la conservación y aprovechamiento del venado, entre otras actividades.


Bajo un esquema similar se encuentran los Pueblos Mancomunados –también en la Sierra Norte–, en los que se integran ocho municipios de esta misma sierra: Benito Juárez, La Nevería, Cuajimoloyas, Llano Grande, Latuvi, Lachatao, Amatlán y Yavesía, que conviven en un territorio común de 29 mil hectáreas de bosque.


Fue en los años setenta, tras la explotación desmedida de una empresa maderera española en su territorio, cuando estos pueblos decidieron aliarse para conservar y aprovechar sus propios recursos.


Para ello, establecen un aserradero propio, bajo estrictos principios de uso sustentable de sus bosques, reconocidos por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) como los de mayor biodiversidad en el mundo.

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