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Copenhague: una visión optimista

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Cecilia Soto 07-Dic-2009
 Por primera vez, una parte de la naturaleza, la especie humana, es consciente de los efectos de su hacer en la Tierra.
Independientemente de los resultados contables que se alcancen en la Cumbre sobre Cambio Climático en Copenhague, lo que sucederá ahí a partir de este lunes ya es algo histórico o, mejor aún, ya es un evento propio de la noosfera. Ha habido multitud de cambios climáticos, todos ellos resultado de variaciones en los numerosos factores que inciden en el clima de la Tierra.

 Pero lo que convoca en Copenhague es la convergencia desigual entre un lento proceso de oscilación en el clima terrestre y la contribución acelerada de los humanos a una elevación de la temperatura del planeta.
Hay fotos satelitales de redes de canales de irrigación en el Sáhara, con una antigüedad probable de diez mil años, antes de que un cambio climático desertificara toda esa región (incluidas zonas paralelas como el hermoso pero semidesértico estado de Sonora). La diferencia es que, por primera vez, una parte de la naturaleza, la especie humana, es consciente de los efectos de su hacer en la Tierra, se reúne para reflexionar y, sobre todo, tomar medidas que mitiguen y cambien el efecto negativo en el clima terrestre. Como el debate se ha estrechado erróneamente a la reducción de las emisiones de uno de los gases que producen el efecto invernadero, el dióxido de carbono, los resultados numéricos de la Cumbre siempre serán debatibles: van a satisfacer a los que esperaban poco y frustrarán a los más ambiciosos.


Pero el hecho incontrovertible es que se ha echado a andar un proceso de reflexión, crítica y debate del que saldrán resultados difícilmente medibles en toneladas de CO? evitadas. Es importante reducir las emisiones de los gases invernadero —incluidos el metano, el ozono y el negro de carbón—, pero esta reducción no será sostenible ni compatible con la mejora en el nivel de vida de los pobladores de los países en desarrollo, si no se aceleran la investigación y la experimentación con nuevas formas de energía y un nuevo urbanismo ecológicamente sustentable.


Nosotros los mexicanos conocemos experiencias traumáticas en nuestra historia cuando ha habido una prolongación excesiva de la dependencia a una particular forma de energía. La hipótesis más seria sobre el colapso de las civilizaciones maya y teotihuacana establece como uno de los factores de mayor peso el colapso ecológico por la sobreexplotación de los bosques. En esos casos, se provocó un cambio climático sólo a nivel regional.


Ahora se trata de una realidad global, causada por una dependencia excesiva a las fuentes de energía basadas en los hidrocarburos —grandes productoras de CO?— y a un modelo de consumo que se basa en el derroche energético, modelo que irradia desde la ex primera potencia hasta las naciones que se han venido incorporando a una creciente urbanización.


Aunque se ha venido desarrollando un abanico de fuentes de energía alternativa no hay todavía un claro reemplazo para petróleo, gas y carbón como fuentes predominantes. La alternativa más viable para producir energía que permita el sostenimiento de grandes ciudades es la nucleoelectricidad, que no produce CO? y ha desarrollado importantes mejoras en la seguridad, en el tratamiento de los desechos radiactivos y en la duración de las plantas.


Concentrar esfuerzos casi exclusivamente en la reducción de las emisiones de CO? puede conducir al fracaso. Se trata de un gas con más de cien años de permanencia en la atmósfera y la alternativa energética limpia no está del todo lista. El metano y el negro de carbono —este último contenido en el hollín de una combustión incompleta del diesel o de biomasa— son gases de más corta duración, que contribuyen hasta 45% en la elevación de la temperatura terrestre y cuya eliminación resulta más barata y con efectos más rápidos. Copenhague debe llevar a una doble vía: menos gases de invernadero y un nuevo urbanismo, con formas de energía novedosas en el transporte y la electricidad. Nos vemos en Twitter@ceciliasotog   ceciliasotog@gmail.com

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